miércoles, 28 de octubre de 2009

Perón no era peronista


Se le atribuye a Maquiavelo la reflexión en la cual describe que el buen político es aquel que convence a los ricos que los defenderá de los pobres, y a los pobres, que luchará contra los ricos. Sin saberlo este genial pensador, describía la virtud de muchas figuras políticas del Siglo XX a la actualidad. Y así como las del Mundo, también las argentinas.

La política en Argentina se basa en desviar la atención de las masas, debido a ello debemos ser cautelosos cuando oímos un gobierno intitularse de popular o nacional, de nacionalista o hasta liberal, ya que generalmente lo que sucede es que nada tienen que ver en sí con los principios que guían dichas ideologías.

Al analizar detalladamente la historia de este país arribé a una conclusión, y ella es que la amplia mayoría de los personajes relevantes políticos argentinos no eran lo que decían ser, bajo el lema de hagan lo que yo digo pero nunca hagan lo que yo hago, fue desenlazada la historia conflictiva y contradictoria argentina.

No sé si es un defecto, un problema, quizás para alguno una virtud (seguramente ese alguno sea argentino) pero el argentino no es lo que dice ser. 

En seguida surge la sospecha sobre aquel que defiende alguna convicción ideológica o religiosa con demasiada vehemencia, cuando el milagro es demasiado grande hasta el santo desconfía. En esta ambivalencia de las verdades opuestas se entiende la vocación criolla innata a la carrera de las leyes. Para todo existe más de una interpretación, todo es relativo. Somos capaces de defender una idea, basado en nuestro orgullo personal de convencer al semejante, aun sabiendo que en el fondo no estamos convencidos de ello. ¿Herencia de nuestra cultura religiosa cristiana-católica que nos obliga a convertir el semejante siempre? No lo sé, pero suena probable.

Siempre embanderados con el discurso de la libertad, la redistribución de la riqueza, el orden o de la defensa de la Patria, asciende un grupo con el discurso que el pueblo clama oír en su momento. Y qué el pueblo cuando se convence de algo es imparable por más que se trate de ordenarlos hasta por la fuerza, no hay duda de ello; así fue con el cristianismo en Roma, lo fue la plebe en la Revolución Francesa, el comunismo en Rusia, y así fue el peronismo en Argentina. La cuestión es saber quien convence al pueblo y con que ideas.

Engendrado en la simplicidad del ignorante y guiado por el vil orgullo del irracional, se oye multiplicarse por la boca de un pueblo idiotizado y dominado por un discurso arcaico que desvía la atención de las masas –la culpa la tiene Estados Unidos, la culpa la tiene la oligarquía, la culpa la tienen los políticos, la culpa la tienen los negros….la culpa…la culpa….-. ¡Ignorancia! Se oye a congresales emitir cánticos -¡Patria si, Colonia no!- y mientras expresan su dogma primitivo y desactualizado, cualquier ciudadano es capaz de observar como los de afuera se adueñan del país. 

Si esta perfectible Nación no alcanza sus metas y no logra su ser ideal, es por la propia y exclusiva incompetencia de cada uno de sus individuos. ¡Bárbaro e ignorante! es el hombre que excusa su fracaso en una causa ajena. La culpa no la tienen los de afuera o los semejantes, la tienen los de adentro y uno mismo.

En el capitalismo la riqueza otorga libertad, no es posible ser libre sin independencia económica, así se da en los Estados –nacionales o provinciales- como en los individuos que habitan los mismos. Una Nación rica es libre y soberana así como un individuo con recursos propios, también lo es en la sociedad.

Tengo una infeliz noticia para muchos argentinos que repiten como loros el discurso de la redistribución, pero no existe otra manera de ser libres e independientes en el capitalismo, que no sea siendo ricos. Así es como país o como individuo en sociedad. 

Solo se oye – ¡Hay que redistribuir!- y cada vez hay menos para repartir en el país; encerrados en el callejón del desencanto y la incredulidad, la desesperación ciega al pueblo; y entre tanto desencuentro no existe un ilustre compatriota, cuya pluma o voz, afirme -a la torta hay que multiplicarla, así la porción de cada uno aumentará, para que entonces, los compatriotas dejen de enfrentarse por las migajas que nos dejan los de afuera-. Así lo enfatizó José Hernández –porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera-.

Así es la Argentina de las contradicciones y doble discursos, de infinitas hipocresías y demagogias, hoy en día algunos pretenden el federalismo y el respeto de los Estados de la Unión Argentina, sin embargo se denominan a nuestras unidades políticas como “provincias”, y como bien recuerda Alfredo Palacios en su libro En Defensa de la Libertad, dicho concepto proviene de la antigua Roma, se denominaba provincias a los territorios conquistados por Roma. ¿Casualidad, que nunca se respetó el federalismo en Argentina? El problema proviene de su propia definición, ya que en Brasil o los Estados Unidos se lo denomina Estados y no provincias.

El que dice ser lo que en realidad no es, la realidad aristotélica que tanto el mismo Perón citaba, siendo ella la única verdad. 

El “Aquel que mucho muestra es porque no tiene nada”, inspirado en aquella antigua demagogia criolla única, que posee sus raíces en la misma gesta por la Independencia, o en la figura de Rosas, el personaje histórico favorito del mismo Perón, cuando alzó la bandera (de lo que en el siglo XX sería el nacionalismo) de mueran los extranjeros, siendo que los únicos que hacían negocios y vendían sus manufacturas en el país eran los mismos extranjeros, como afirmaría Sarmiento en su Facundo; o cuando desvió la atención de muchos en la Vuelta de Obligado afirmando ser una lucha por la soberanía criolla, cuando en realidad era la defensa de su régimen que enriquecía a porteños y bonaerenses empobreciendo a la vez a los litoraleños, es decir, transmitiendo los recursos de los estados del Litoral a las arcas de Buenos Aires a través de los impuestos de Aduana y la prohibición de navegar los ríos. Escribiría Esteban Echeverría en su Dogma Socialista –Han pregonado la igualdad y ha reinado la desigualdad más espantosa, han predicado la libertad y ella solo es para algunos-. Con el también se alzó la bandera del “Federalismo” y lo único que reinó fue el unitarismo más espantoso, que derivó en veinte años de guerras civiles. 

O en la eterna puja entre el interior y el puerto, afirmó Alberdi en sus Bases en los albores de la guerra civil Argentina –Si Buenos Aires no quiere respetar el gobierno independiente de España, compuesto por catorce provincias (…) prueba en tal caso que su patriotismo es decantado, hipócrita y falaz, y lo que utilizó para suplantarse en el poder metropolitano de España.-

Para aquellos que piensan que el título, es el de un artículo enfrentado a Perón, se equivocan, siendo el personaje más polémico y contradictorio en sí mismo de nuestra historia, refleja al argentino en general, logrando un pensamiento por no decir infinito, amplio, en el cual acuden todas las ideas y corrientes. Perón puede ser sinónimo de producción y a la vez de socialismo y redistribución de la riqueza. Aquella persona contradictoria que participó de golpes pero a la vez es el símbolo de la democracia, que del extremo maduró en su vejez convirtiéndose en moderado, un mutante político que solía leer la realidad cambiante como nadie, y siendo así siempre, tenia en sus labios lo que el pueblo quería oír.

Si me preguntarán una opinión o reflexión sobre Perón, yo diría que fue el hombre que dijo lo que la mayoría de los argentinos quería oír en su momento. Tan simple, como ello. Sino era él quien lo hacia, seguramente tomaría esa bandera otra persona. No obstante, si se puede acusar al peronismo como causa de muchos males en la Argentina, la culpa no recae sobre el peronismo en sí, y si sobre el sistema conservador que permitió e incentivó un modelo que se desentendía de cuestiones sociales elementales ya hechas realidad en otras naciones desarrolladas.

Recordando el pensamiento de Maquiavelo al principio, Perón fue funcional por un lado a los ricos ya que adoctrinó a las clases bajas frenando el comunismo y la anarquía. Es decir, ¿fue en realidad el enemigo de la oligarquía o fue un mal necesario? A su vez, defendió a la clase trabajadora dándoles derechos anteriormente inexistentes. Como bien definió cierta vez un peronista, -el peronismo es la alianza entre las clases muy altas con el pueblo, el que no entiende eso, no entiende al peronismo.- El mismo sistema que se aplicó con Rosas y luego con los gobiernos conservadores. Como ley fundamental mantener el Statu Quo social.

Bajo el lema de Movimiento el peronismo se convirtió en una gran ensalada rusa cubierta de corrientes e ideologías, como en la antigua disputa entre las religiones o el mismo cristianismo, cada una afirma ser la que detenta la verdad divina y ser la legitimada por Dios para actuar a su manera. O como en la interpretación de las leyes, cada parte se vale de la intención y el espíritu del legislador y pasan por alto muchas veces lo gramatical.

Siendo así, no es de asombrarnos si algún día, una de nuestras ilustres conciencias que guían la dirigencia de este país afirmen que en realidad Perón no era peronista. 

El peronismo es un todo mutante como el mismo Perón, el peronismo es relativo, cada peronista lo entiende a su manera, desde la izquierda al sindicato.

Perón así como muchos personajes de nuestra historia, entre ellos Rosas, enrolado en doble discursos, pudo vencer las elecciones enfrentándose bajo la irracionalidad nacionalista contra los Estados Unidos en la famosa “Braden o Perón”, y luego conceder los recursos naturales a la California Oil; o enfatizar un conflicto con el Reino Unido, cuando en realidad el conflicto de los ferrocarriles ingleses fue un gran negociado que acabó por beneficiar a los ingleses como bien explicó Alfredo Palacios.

Así es que Perón a veces parece ser peronista, y otras veces no tanto; o quizás esa ambivalencia sea ser peronista, como lo es el ser argentino. A veces fue lo que decía ser y otras no; así fue Perón, un argentino con todas las letras, comprendido, amado y odiado.


     

3 comentarios:

  1. Gorila, peronista, cipayo, todos términos anacrónicos, como siempre, utilizados en la política argentina.

    Saludos

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  2. Por lo general, quienes dicen ser peronistas y defender los ideales peronistas; son quienes cuando Perón gobernaba no lo querían e hicieron lo imposible para que se vaya del país.

    Te felicito por el escrito.

    Saludos y que sigan bien,

    Pedro Stamati
    www.RenunciaKirchner.com.ar

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  3. Buenas....ya que haces un recorrido en perspectiva historica del pais, y que decis que los argentinos le hechamos siempre la culpa al otro, me podrias decir o enumerar las cosas positivas que hizo este gobierno, porque estoy a favor del disenso, pero cuando lo unico que escucho de una persona son solo descalificativos para con el otro, me da para sospechar de que tu intension dista mucho de construir una sociedad mejor.
    Gracias espero tu respuesta

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