La Argentina ha despertado. El cambio de consciencia del ciudadano fue entender que el CAMBIO está en ellos; en cada uno de nosotros. Porque la verdadera construcción colectiva no reconoce mesías salvadores ni únicos líderes. Y desde ese entender un clamor nos unió porque queremos un país en el cuál las leyes gobiernen a los hombres por igual y no que los hombres gobiernen leyes a su capricho y antojo.
El mundo civilizado aprendió a duras penas que las mayorías no siempre tienen razón y que los derechos y libertades de las minorías siempre deben estar protegidos. El imperio de las mayorías simplemente es el reflejo del totalitarismo. El sistema republicano consagrado en el Art. Primero de la Constitución Nacional (El Pacto social más importante y perfecto de nuestra historia) es el freno natural con el cuál no pudieron contar las minorías de la Alemania Nazi, la Italia de Mussolini o la URSS de Stalin. Y ese es el motivo por el cuál hoy salimos a la calles.
Es evidente y está más que claro que una ley que otorgue el control de los tres poderes a un partido, un grupo de personas o una sólo persona, acabará por implementar el poder único. Y esto se llama absolutismo. Hoy salimos a las calles con los colores celeste y blanco viendo en ellos aquella histórica tricolor francesa.
Somos la Nueva Generación, la que ya no persigue culpables o correctos en nuestro pasado, que ya no persigue buenos o malos, que ya no le interesa descubrir puntos que generen discordia; somos simplemente la generación que anhela encontrar los puntos en común que nos puedan unir en el porvenir. Porque comprendimos que no es de la mezcla entre el negro y el blanco que surge el gris, sino que la falta de consistencia del gris surgen los extremos, el negro y el blanco.
Entendimos que ninguna ideología es perfecta, que todos desde sus perspectivas tienen algo que aportar, que no existen los mesianismos y que un país mejor es posible sólo si cada uno de nosotros es protagonista. Esto somos; esto es la red. Allí cada eslabón de la cadena es tan importante como el otro; sin el primero no existe el último.
Salimos por la Revolución del Sentido Común. De los iguales y de los anónimos que no esperamos nada cambio, sólo un país mejor.
Nota: ésta editorial ha sido publicada bajo el título "Salimos por la revolución del sentido común" en Tiempo Argentino.
Nota: ésta editorial ha sido publicada bajo el título "Salimos por la revolución del sentido común" en Tiempo Argentino.
Buena nota Luìs me gusta
ResponderEliminarGracias... soy "Lucho" de Luciano... Abrazo!
ResponderEliminarmuy bueno Lucho, te seguimos apoyando! ub abrazo!
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