martes, 19 de febrero de 2013

Cuando la misera alimenta a la estupidez y viceversa. (*)

El gobierno se para firme sobre sus dos piernas: la ignorancia y el resentimiento. Es muy claro. La corrupción y la incompetencia generan miseria; ésta multiplica el resentimiento. Lo real y asustador es que es un círculo vicioso; sin salida. Una vez en él, no se sale más. La miseria alimenta la ignorancia, ésta al resentimiento, éste desarrolla a la estupidez, ésta da de comer al fanatismo y éste último vuelve a empujar a la miseria. Como pistones de un motor que se acelera velozmente. 

¿Si cierta ideología o gobierno basa su poder sobre el voto de personas que son rehenes de la miseria, realmente alguien en sano juicio cree que dicho poder o ideología trataría de cambiar la realidad siendo que su poder depende en definitiva de que la mayor parte de la población permanezca en dicha condición? 

¿Si alguien arma conceptos de la vida filtrados por algún tipo de resentimiento de su presente o de su pasado, si simpatiza con alguna idea o principio de manera irracional o fanática, si defiende ciegamente algo ignorando voluntariamente la totalidad de las diferencias, realmente creemos que es posible encontrar un punto común basado en la razón y el entendimiento?

En este leninismo de taparrabos los caciques Bolchavistas (menemismo segunda mano) cantando a la Revolución del Dom Perignon juegan y utilizan sentimientos primitivos de las masas, buscando culpables y chivos expiatorios para darles una explicación de por qué después de tantos años todo sigue igual o por qué la situación está empeorando. Cacarean contra el imperialismo y el país es explotado más que nunca por corporaciones extranjeras; hablan de los DD.HH. y son amigos de un país que niega el Holocausto; se dicen progres y tienen prácticas inquisitivas y totalitarias logrando la asustadora fusión de ideologías nazifascistas basada en ideas y conceptos pre-jurásicos del fracaso comunista. 

No es necesario ir muy lejos para ver como se propagan las villas miserias por el país; hace algunos años cuando uno arribaba a la terminal de ómnibus de Retiro por ejemplo no existía un muro. Hace algunos meses se construyó un gran paredón dividiendo la terminal con la Villa 31. Pero lo anecdótico es que la construcción tuvo efecto contrario pues, ahora las viviendas se apilan una sobre otras formando edificaciones de 3 a 4 pisos de altura por sobre el muro semejantes a las favelas de Río de Janeiro. La expansión de la miseria se multiplica en base a una progresión geométrica.

La Argentina de a poco se va convirtiendo en un país sin salida. El resentido justifica, el fanático da excusas, el pobre no comprende lo que sucede, el estúpido busca culpables, el ignorante los defiende y ELLOS se hacen cada vez más ricos y el país cada día más decadente y miserable.


(*) Por El Cipayo.

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