Con toda la pompa con que acostumbra CFK largó el pasado 5 de setiembre el PEA, una propuesta tardía e insuficiente para el agro y cuyas metas están totalmente desactualizados en volumen y en el tiempo. Luego de atacar y casi destrozar los sectores lácteos y cárnicos bovinos nacionales con las políticas de Moreno, viene ella ahora en plena campaña electoral a intentar congraciarse con este sector productivo.
Es insuficiente porque proponerle al agro una meta productiva de 160 millones de toneladas de granos para el 2020, es como proponerle a la Nasa que vuele a la luna cuando esta ya está pensando en realizarlo a Marte; el campo argentino tiene que tener como prioridad absoluta alcanzar las 200 millones de toneladas de granos diversificados para el 2020, ya que si sigue volcándose a la soja por ser la única verdaderamente rentable nos convertiremos en un país de monocultivo con todo lo pernicioso y perjudicial que esta política productiva es para la nación.
Es verdaderamente insuficiente porque este sector pasó de las 45 millones de toneladas de la década del 90 a las casi 100 millones en el 2010, por lo que alcanzar las 160 millones de toneladas de granos diversificados debería ser la meta del 2015, o sea al finalizar el próximo mandato presidencial sea quien sea ese mandatario, para eso debemos pasar de las actuales 34 millones de hectáreas a 45 millones en 2015 alcanzando las 55 millones de hectáreas para el 2020, comenzando a realizar de forma inmediata las inversiones de riego y provisión de agua potable en toda la superficie patagónica convirtiendo esta zona hoy casi excluida de la producción agropecuaria a ésta.
También es insuficiente porque luego de llevar adelante políticas lácteas y cárnicas contranatura, ahora se preocupa por pedirle al sector agrario que logre exportar carne por U$S 7 mil millones mientras las políticas aplicadas por Moreno –su delegado en la Secretaría de Comercio- hizo hasta lo indecible por achicar los cupos exportables hasta lograr perder importantes partes de la cuota Hilton, que le permitían al sector y a la nación estar en cifras casi un 50% arriba de lo que hoy se exporta, y desactivando dicho sector hasta lograr que los sectores ganaderos comenzaran a vender vientres perdiéndose casi un 30% del rodeo existente al iniciarse el gobierno kirchnerista.
Es una verdadera falta de respeto para con el sector agropecuario, quizás el sector productivo que más ha crecido tecnológicamente en la argentina desde los 90 del siglo pasado y contra la mismísima política de la convertibilidad que hacía poco rentable a esa misma actividad; quizás fuera esa misma política antirentabilidad lo que terminó impulsando el gigantesco avance tecnológico que hizo del sector agropecuario el más avanzado tecnológicamente, que recién ahora Cristina –y como producto de su necesidad de campaña- recuerde que es el campo argentino quien quizás mejor encarne el crecimiento con desarrollo desde la tecnología es o una tomadura de pelo o haber tomado conciencia con como mínimo un quinquenio tarde.
Desde el IPPE venimos proponiendo desde hace ya casi un lustro pasar de los actuales 80 millones de toneladas a las 160 en ese lustro perdido y alcanzar las 200 millones de toneladas para el 2015, lo mismo que para el sector cárnico bovino que decíamos debía crecer de las 57 millones de cabezas existentes en esa época a las 100 millones de cabezas para el 2015 y la lechería debía duplicar su producción para poder convertirse en el mayor –o en el segundo si lo primero no fuere posible- productor y exportador mundial y regional; pero todo ello chocó contra una antipolítica agropecuaria de enfrentamiento estéril y pernicioso impuesto desde el Gobierno K.
Necesitó Cristina de “23 provincias, 53 universidades y, 470 establecimientos aerotécnicos...” para lograr proponerle al campo, ese mismo campo que despreciara, atacara y vilipendiara durante la pasada crisis y su derrota trasuntada en la Resolución 125 de hace casi tres años, y 1.500 asistentes “entre ellos varios de los empresarios más importantes del sector agropecuario. La representatividad de los productores quedó en manos de Carlos Trevisi, de la oficialista –e inexistente debería agregarse- Agricultores Federados Argentinos, quien entregó a la Presidente un petitorio para que el PEA sea enviado al Congreso”. Necesitó casi una hora de un discurso de puro autoelogio sobre los logros del sector agropecuario de la última década, realzando la importancia de la tecnología impulsada desde dos organismos del Estado, el SENASA y el INTA para tardíamente reconocer, implícitamente en su discurso épico, sus propios errores.
“Lo que han hecho nuestros productores más la ciencia y la tecnología más los industriales es la clave de este Programa Estratégico Agroalimentario. Pero esta interacción es también la clave de la Argentina” reconoció Cristina quien además pidió al Congreso que trate la Ley de Tierras, el “recurso estratégico más importante que tenemos” olvidándose que es en su provincia Santa Cruz donde la extranjerización de la tierra adquirió desde hace casi un siglo una situación ya endémica, algo que también ocurre desde los mismos períodos en toda la Patagonia Argentina, sin que ella ni su marido el ex presidente nunca tomaran posición siendo Gobernador él y Senadora ella. Esta es otra de las iniciativas insuficientes y tardías propias de esta etapa de campaña electoral.
En lugar de convocar al campo y a sus instituciones representativas ella desde Tecnópolis –esa Feria de Ciencia y Tecnología armada para la campaña electoral- invitó al titular de Cargil y las asociaciones de frigoríficos, y a industriales como los titulares de Fiat, Insud, Toyota, Ledesma y la Copal, o sea a los representantes de las multinacionales, los faenadores y los sectores de servicios pero no a los productores. Todo un escenario que debe ser revisado para reconocer a quienes estaba dirigido el mensaje, pues detrás de esta puesta en escena existió un único destinatario y un único interés, el destinatario fue el sector que enfrentó y enfrenta aún sus antipolíticas agropecuarias a quienes pretendió conquistar.
Las metas propuestas por CFK están acotadas por los “techos productivos” analizados por los cuerpos técnicos del INTA, un organismo bastante dejado de lado por la administración K y la cristinista, una institución de real valía que ellos fueron minimizando desde que eligieron al agro como sus oponentes o enemigos allá por el 2007 cuando pretendieron exprimir los recursos que este sector producía en beneficio propio mediante la ampliación desmedida de unas “retenciones” que habían sido aplicadas durante la crisis de 2001 como un ingreso imprescindible para generar recursos que pudieran repartirse como acción social de los sectores más golpeados y excluidos por ella.
CFK convocó, mediante su Ministro del área Julián Domínguez, al INTA luego a las universidades, cooperativas y toda clase de foros, menos a los productores interesados directos representados por la Mesa de Enlace; este destrato a las instituciones representativas del sector agropecuario nacional tiene como correlato la necesidad de ella de generar una interna entre los integrantes de la Mesa de Enlace y entre los diversos sectores representados en ella, Carbap, Federación Agraria, Sociedad Rural y Cooperativas. La presencia de las exportadoras y los faenadores es una clara señal de quienes son los verdaderos beneficiarios de la política agropecuaria aplicada por esta y la anterior administración, donde además se incentivó la concentración productiva y de la tierra.
El documento del INTA, no hace otra cosa que señalar de manera realista, pero poco incentivadora, que la producción de cereales y oleaginosos –por el simple impulso de los precios favorables internacionales y sin que medie ningún incentivo ni privado ni estatal- en 2020 “puede estar en torno a los 146 millones de toneladas. Con el clima a favor y políticas de estímulo, podría superar las 150 millones de toneladas, siempre que se incorpore nueva tecnología de punta”. Fue sobre este documento básico que un lustro después de que estudiada la posible capacidad productiva y el mejor aprovechamiento de los suelos, su ampliación y el corrimiento de las fronteras agroganaderas se propusiese desde el IPPE –Instituto de Planificación de Políticas de Estado- 200 millones de toneladas granarias y oleaginosas, y 100 millones de cabezas del rodeo bovino nacional para el 2015.
La ambición de la iniciativa presidencial es tardía e insuficiente pues propone metas pobres y de muy largo plazo, en un período similar (10 años) Brasil duplicó su producción de granos y carnes bovinas y cuadruplicó las de carnes aviares y porcinas, pasando a ser el primer productor mundial cárnico y el segundo productor mundial de soja. Desde que el IPPE propusiera aquellas metas superadoras de lo aquí propuesto por CFK Uruguay y hasta Paraguay nos superaron como exportadores de carne bovina, y nuestra capacidad de producción láctea cayó a casi la mitad al desaparecer un 50% mínimo de establecimientos o usinas lácteas, y el rodeo nacional bovino perdió casi un tercio de sus cabezas.
La superficie sembrada hoy de 34 millones de hectáreas puede en un lustro pasar las 50 millones de hectáreas y en una década lograr incorporar otras 34 millones más para superar la barrera de las 90 millones de hectáreas agroproductivas, no solo de granos y oleaginosas, sino también de caña de azúcar, arroz, hortalizas, frutas y ganadería bovina, ovina, porcina y duplicar la anterior producción láctea hasta alcanzar la meta mínima de triplicarla, así como triplicar la producción aviar convirtiéndonos en el “granero del mundo” del que hablaba hace sesenta años el General Perón.
Como en tantas otras cosas, en el PEA se puede ver la parte llena del vaso o la parte vacía, la parte llena es que por fin este gobierno interpretó la importancia sustancial del campo argentino para solicitarle y proponerle aumentar las cosechas de granos y de carne bovina; la parte vacía es que el cristinismo lo hace recién después de 8 años de gobierno y de haber detentado el poder y con la aplicación de políticas agropecuarias y exportadoras negativas y de confrontación con el sector logrando una producción estancada desde hace tres años, o sea que se perdió más de la mitad de un lustro. Que aparezca este programa de crecimiento tímido y poco ambicioso para nuestra real capacidad tecnológica y productiva revela, sin embargo, un cambio en la visión del Gobierno sobre el rol del sector agroindustrial argentino, y asimismo, revela la decisión de aprovechar más aún un mundo que pasó de los excedentes agrícolas a la escasez.
Lo lamentable y triste, es que este gesto positivo tenga como único destinatario lograr el voto del campo –algo que el oficialismo y los medios de comunicación dijeron que ya había logrado, y no lo hizo- manteniendo efectos residuales graves como ningunear a las entidades de la Mesa de Enlace; aquel “yuyito” de la pelea y del voto “no positivo” hoy le deja al Gobierno U$S 23 mil millones de exportaciones y retenciones por U$S 31 mil millones, un aporte imprescindible para seguir despilfarrando recursos económicos por parte detesta administración. Gracias al complejo sojero –o por desgracia- y a los precios internacionales todavía vigentes, tenemos divisas e ingresos fiscal abundantes como nunca, esta alineación planetaria del desarrollo tecnológico y la producción, sumada a la demanda de afuera y las cotizaciones récord es una situación casi nunca vista en la historia de la humanidad.
Debemos aclarar para ser honestos que este salto competitivo se dio en los demonizados 90, más precisamente entre 1996 y el 2001, donde la producción agrícola creció un 65% pese –y no gracias- a la convertibilidad y al atraso cambiario, desde ese entonces hasta la crisis del campo del 2008 se creció el 38% y luego se estancó prácticamente llegando al 2011 –primer semestre- a un crecimiento exiguo del 42% total acumulado, como vemos muy pobre si hasta lo comparamos con el del ‘90. La enorme diferencia existente, y que debería preocuparnos más que alentarnos, es que este pobre resultado coincide con la bonanza existente a nivel global pasa con los términos del intercambio a futuro, que por ahora siguen siendo favorables.
El PEA por dentro es insuficiente y por fuera nos sigue planteando los mismos interrogantes, ¿sigue una política errática que autoriza o suspende exportaciones, por razones personales de Moreno? ¿Se terminarán las confrontaciones aberrantes con un sector de la producción que como reconoce CFK han aportado al país los mejores resultados? De ser así además es tardío.
Es cierto mejor no hacer nada...como Biolcati, como DE la Rua, como Cleto Cobos. Bugallo y la reconcha de tu puta madre a quien votas??? Que plan de pais queres. Lo bueno es que en el 2008 dijiste que este modelo esteb acabado toma hijo de puta vos y los putos gorilas la van a tener que chupar x 4 años mas. Segui destilando bronca puto!!! Respeta a los muerto salame de mierda!!
ResponderEliminarComo siempre, los blogueros k destilando espíritu republicano y concordia (para el anónimo de arriba)
ResponderEliminarSupongo que sostener argumentos supera a tu cerebrito comido por el chori y el vino barato, ¿no?
Dale, andá a lamerle las botas a tu reina, y cuando estalle el "modelo" China y Brasil mediante, a ver dónde te metés, gusano sin cerebro y lengua larga.
Respetar a que muertos?...
ResponderEliminarotro blogueritoK anonimo... pero no es nada raro, esos cagones siempre actuan así..
ResponderEliminarAl pinguino finadito lo voy a reseptar el dia que la excelentisima yegua me trate con respeto por cadena nacional, mientras tanto, vos (lorito K) y tus amigos pueden venir y respetarme ESSSSSSSSSSTA.
ResponderEliminarRespecto del plan: un delirio. Esta boluda cree que la produccion crece porque si oi porque ella lo desea u ordena?. Cree que la tierra se produce como los billetes?. Cree que va a subir la inversion para integrar suelos areas marginales mientras siga su plan retrogrado y esquilmante?. Si, seguro. La va a tener que chupar como todos los K que ven que la generacion de riqueza toca un techo mientras que su plan de gastos crecientes se los come de a poquito como los gusanos se comieron al tuerto del orto.